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Crónicas Misioneras

Madagascar -Recorrido carmelitano MAHAJANGA. (6ª Parte)

A 600 km. de Antanarivo, Mahajanga se sitúa como ciudad porteña en la costa noroeste con playas, con deltas marítimas y fluviales. Es la capital de provincia con una extensión de 95.000 km²., donde se afana una población de 1.000.000 de habitantes. Algo más del 10% es católica, cifra en crecimiento anual, sobre todo en los poblados y en la ciudad. También crece el Islam. Todo indica el estado actual de la evangelización.

¿Por qué tiene que ser aquí el sol tan inclemente, tan duramente implacable? Con las persianas bajadas parece entrar en el interior por bocanadas. No hay alivio ni en la sombra. De la mañana a la noche, durante todo el día persiste el calor extenuante. Y por la noche persiste aún el sofoco. También el sol consume pronto la pintura sobre la madera de puertas y ventanas.

Como en toda zona tropical, también aquí se reproducen abundantes las alimañas; al igual que en la cerca de entrada del Castillo Interior de Santa Teresa de Jesús.

Un campesino me advirtió que antes la luna en su fase llena amaba limpiarse la cara y por eso producía la lluvia. Pero ahora con el cambio climático no rige la ley ancestral. Todo proviene –decía- de tanto quemar bosques. Es la causa de la sequía y del calor incrementado. Imagínense la situación: Calor, sudor, escasez de agua..., ¿Cómo se habrán de regar las plantas, las flores y toda la horticultura? Es decepcionante abrir en un día de calor un grifo muerto porque no puede darnos el agua que esperábamos. A propósito del gracioso campesino, mientras tengan que desgranar el arroz a golpe de gavilla sobre la piedra la automoción y la mecanización serán los gran des ausentes de esta sociedad. Lo hacen durante la noche para guarecerse del calor del sol; y a oscuras. Son situaciones añadidas a la dureza del clima.

El Cristianismo nació en la zona por obra de los laicos que vinieron del interior. La primera iglesia se levantó en 1895. En 1923, a los 25 años de evangelización, Mahajanga llegó a ser Vicariato Apostólico. Es diócesis desde 1955. Si con la llegada de los primeros misioneros en 1898 contaba con 200 cristianos, hoy son más de 100.000 los bautizados. Quedan todavía vastas zonas de primera evangelización.

 

El Carmelo se hizo esperar aquí cuarenta años. La fundación actual es el cuarto monasterio de Madagascar, fruto conjunto de la aportación de personal de los otros tres Carmelos de Antananarivo, Fianarantsoa y Tulear. La primera piedra se bendijo en 1991. Fue una fundación trabajada por la muerte consecutiva de dos Prioras en dos años sucesivos. Apiadada de tanto infortunio, ya entonces La Obra Máxima ayudó financieramente en la construcción.Por fin, en 1994 se inauguró el  monasterio. La construcción es abierta y aireada, con ventanales y verandas para facilitar la ventilación del ambiente. Ahora ha aumentado la frondosidad en torno al monasterio para protegerlo de la reciedumbre del calor. Está ubicado en el barrio de Amboroby, junto a una parroquia con una gran escuela dedicada a Santa Teresita, que dirigen los Jesuitas. Cuenta también con una granja que sirve de escuela agrícola. Religiosas de una Congregación local se ocupan de otros múltiples servicios pastorales. Ellas cuidan de la gestión de una estructura diocesana para acoger colonias escolares de la diócesis que vienen a la capital provincial, entre otras razones, para disfrutar del mar.Enseguida afluyeron varias vocaciones locales para las Carmelitas. Como todos los demás monasterios, también éste dispone de espacios de acogida para personas en busca de soledad. Las instancias eclesiales para su retiro aman recogerse en el Carmelo.

Pocas veces viene una miseria sola. A la abundancia del calor se añade la escasez de agua en el convento de las Carmelitas, porque se ha secado el pozo en razón de la sequía prolongada. Están a la espera de la lluvia que no llega. Pero ellas muestran su arrojo de cuño teresiano. Trabajan igual, sin miramiento de sol ni de sombra.

La vida entre calderos y toda clase de recipientes es para ellas una tarea frecuente durante los meses de sequía. No en vano Santa Teresa inculcaba a sus hijas que no fueran mujercillas flojas, sino varones esforzados Por fin, llegó lo que tanto se deseaba y se esperaba. Se encapotó el cielo y se precipitó la lluvia. Con ella los riachuelos rebosaron y se regeneró enseguida tanta microeconomía familiar, con los huertos irrigados y los arrozales fecundados. ¡Bendición para las familias, acción de gracias hacia el cielo!

Estas valientes Hermanas son capaces de explotar una discreta granja frutal y de hortalizas. De este modo inician a sus empleados en el tratamiento y gestión de este oficio. El Carmelo se encuentra perfectamente integrado en la conciencia eclesial de la diócesis. La producción y venta de la espirulina, esa medicina natural de alto contenido bio-energético en expansión, abren, por fin, una fuente de ingreso que ayudará a lograr la autosuficiencia económica a la comunidad.Aullidos rabiosos de los perros circunvecinos, gallos prepotentes con el metabolismo alterado se adelantan a la aurora con su cacareo sonoro perturbando todavía a quietud nocturna. También los mosquitos arrecian con zumbidos y picaduras. De alguna mezquita llega el clamor tronituante a la oración. Todo esto sucede antes del «en par de los levantes de la aurora».

Total, la noche en algunas partes se convierte al decir de Santa Teresa- «en una mala posada». Con todo, convengamos en que el trópico, con el claro de luna sobre la sabana, tiene también su seducción majestuosa. Igualmente los amaneceres son deslumbradores. Cuenta también con un conglomerado escolar «Edith Stein» que va de la escuela materna al liceo secundario, con su puesto de socorro, ambulatorio y maternidad que están convirtiéndose en hospital. Representa una avanzadilla en la primera evangelización. Los cinco Carmelitas al servicio de este proyecto evangelizador tienen clara en la mente la conciencia de que la Misión tiene que favorecer con ahínco el progreso de los pueblos. No se puede olvidar esta enseñanza del B. Pablo VI en su encíclica «Populorum progressio» (1967). Uno de los misioneros es también el ecónomo diocesano. Otro enseña en una escuela superior de la ciudad. Hay que multiplicar los servicios, porque múltiples son también las tareas y necesidades.También en Mahajanga, como en los demás lugares carmelitanos de la Isla Grande, el paso de las reliquias de Santa Teresita y de sus santos progenitores santa Celia Guérin y san Luis Martin, «más dignos del cielo que de la tierra», en años diversos ha dejado una impronta en el Carmelo y en la feligresía. Son patentes los signos. De seguro que con esta visita la Santa Patrona de las Misiones habrá dejado caer su «lluvia de gracias» prometida.

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