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Crónicas Misioneras

Crónica 11. Sonsón - Colombia

En la Antioquia de los “paisas”

Es el departamento civil. Departamento laborioso y productivo. Dicen que los antioqueños son capaces de producir oro de las piedras. Antioquia es el cerebro económico de la nación. En todo caso, los antioqueños son hábiles negociantes. Los “paisas” tienen palabra fácil, garbosa, expresiva. Se explican por refranes. Cada decir en boca del antioqueño es un condensado de sentencias, vale por un capítulo: el tal señor “es el perro de todas las bodas”, la señora “corrió más veloz que la mala noticia”, el buen hombre “aprendió antes a hablar que a mamar”, “guerra anunciada soldado que se salva”, del que quiere curarse en salud dicen que “primero muerto que bombardeado”, al que ha perdido el oficio “se le rompió la cuchara”, ...

Antioquia presenta un geografía de montañas quebradas, cubiertas de verde y desprovistas de rocas, con campos de cultivo ordenado, con arboladas placenteras en zonas de turismo, con bordes de caminos cuidados con esmero. Entre sus bellezas naturales impresiona la “Piedra del Peñol”. Es una sorpresa singular e inesperada. En un ambiente de verdor surge, de pronto, de la manera más insólita, un enorme peñón granítico con un colorido negro en la superficie. Tiene una altura de 200 m. Con un volumen de 22. 000 metros cúbicos y un perímetro de 770 m. Pregunten a los geólogos por este extraordinario menhir natural, de tan excepcionales proporciones. A través de sus 644 escalones se sube deportivamente a la cumbre para divisar el panorama de Guatapé. Este atractivo turístico se encuentra a 2.137 m. de altitud. Completa el paisaje un prolongado y serpeante lago, como un meandro entre islotes.

A la vera de las carreteras abundan por muchas docenas estatuas y hornacinas de la Virgen del Carmen, de todos los tamaños, de todos los estilos. Otra novedad son los recuerdos de San José como protector del buen camino. En ninguna parte del mundo he visto al santo patriarca de Nazareth glorificado en los caminos. Nadie toca, nadie profana estos expresivos símbolos religiosos. Con gran respeto, al pasar junto a ellos los transeúntes rezan y los conductores de vehículos se santiguan. Debe de ser profunda la religiosidad de los antioqueños. El mejor ornato de las casas de campo son sus floreros colgantes en el exterior. Para evitar toda tentación al terrorismo una fuerte presencia militar vigila las rutas.

En resumen, Antioquia es bella, pujante, grandiosa, organizada, creadora e inventiva.

Su capital Medellín es la única ciudad en Colombia que puede medirse e, incluso, desafiar a Bogotá, la capital. Medellín es una metrópoli de tres millones de habitantes. Su reciente “metrocable” no es sólo orgullo ciudadano. Es, sobre todo, una ingeniería puntera e inteligente. Este funicular aéreo comunica en pocos minutos la periferia alejada del barrio de La Comuna con el centro urbano. Así se ha regenerado sociológicamente una zona deprimida. En ninguna parte del mundo he visto un metro más limpio y resplandeciente que en Medellín. Debe de ser fruto de la educación cívica de la universidad de la universidad antioqueña.

Con arraigo ancestral la Virgen del Carmen ha impreso una presencia significativa del Carmelo. En el barrio de Manrique emerge la imponente iglesia neogótica de los Carmelitas, visible desde tantas partes en el declive de la colina. Templo dedicado a la Inmaculada, es parroquia extensa desde 1961. Su gran punto de atracción es también el Señor de las Misericordias. Es interesante subrayar la pastoral de la “Casa Teresiana”, que surgió hace diez años a la sombra del cercano Carmelo de Medellín-La Mansión. Bajo la dirección del P. John Jairo, ocd, se organiza la oración litúrgica y la adoración eucarística durante las 24 horas del día.

A la extensa finca de Monticelo en El Poblado se trasladó en 1952 el seminario carmelitano de Sonsón. Hoy es la sede del Aspirantado carmelitano. En este año suman 20 en este año: 17 jóvenes para Colombia y tres voluntarios para el Ecuador. Funciona una casa de espiritualidad. Con edificios de nueva construcción se ha llegado a crear la “Hospedería Monticelo”, con asistencia espiritual a los turistas o congresistas de convenciones. A 42 km. de Medellín, en La Ceja –el Vaticano de Antioquia por sus muchas casas religiosas- un joven carmelita colombiano, Andrés Jaramillo, inicia una seria experiencia contemplativa en gran comunión con el obispo y con seguidores comprometidos.

Medellín tiene su propio Carmelo desde 1791. Es el mencionado monasterio de La Mansión. En el pasado ha dado origen a cuatro fundaciones. Sólido y elegante edificio, está poblado de juventud. En Antioquia también tenemos el Carmelo de Girardota, tras el traslado en 1991 de su lugar de origen en el Poblado (1900), La Ceja (1912) (¿cuántos Carmelos en el mundo tendrán seis rostros jóvenes de velo blanco?), y La Estrella (1959). En todos los monasterios he encontrado un surtidor de vivacidad, debido a tantas vocaciones jóvenes en este tiempo. La Asociación de las Carmelitas de Colombia afronta en este momento la fundación simultánea de dos nuevos monasterios, en Cartagena y en Garagoa.


¡Por fin, Sonsón!

Esta población se encuentra en el corazón de Antioquia, a 110 km. de Medellín. Desde mi niñez, desde el lejano 1945, su nombre me es familiar. Mi primer hermano Carmelita, tras terminar su carrera sacerdotal en España, fue destinado a Sonsón. Aquí fue director del seminario carmelitano. Más tarde, en 1969, regresó como primer párroco. Sobre todo en el primer período nos impresionaban las cartas que escribía relatando una realidad tan distinta para los ibéricos de aquellos tiempos de la segunda guerra mundial.

La ruta de Medellín a Sonsón es zigzagueante. Quien contó las curvas asegura que son más de 1. 000 virajes. El encanto del paisaje es de lo más vistoso que haya visto en mi vida. Variado y reposante, en todo el recorrido aparece un horizonte de montañas, de lomas, de praderas verdísimas.

“Sonsón te saluda”, proclama el arco de entrada. Entremos con respeto. En un tiempo fue capital de su propio departamento, tuvo banco propio, es patria de tantos próceres. No le han faltado posibilidad de convertirse en una nueva Villa de Leyva, si hubiera conservado mejor el patrimonio de sus muchas viviendas coloniales. Tuvo una catedral renombrada, renovada en estilo moderno tras el derrumbe por el seísmo de 1962. No tiene tren, no tiene acceso a una ruta nacional importante. Las montañas son su belleza y su límite. Ciudad venida a menos. Tiene 40. 000 habitantes, los mismos que los tenía hace 50 años.

¿Vamos a cantar la elegía de Sonsón? No. Sonsón conserva todavía mucho encanto. Fijémonos en cuanto tiene de entrañable, de duradero. Son, ante todo, los sonsoñenos y las sonsoneñas, sus gentes: ciudadanos o campesinos, con su acogida, con su trato exquisito. Cada sábado descienden de las veredas a caballo los campesinos al mercado general. Aprovechan la venida para sus gestiones y compras. La plaza y las calles reviven una animación inusitada, alegre y bullanguera. La fiesta civil más importante es la celebración del maíz.

Un parámetro que no ha perdido vigor en este lugar es el Carmen, cuanto se refiere a la Virgen del Carmen, a la iglesia del Carmen, a los carmelitas. En Sonsón y alrededores la Virgen del Carmen es religiosidad vivida, ardor, folklore, fiesta, patriotismo, inspiración, iniciativa. El Carmen es moneda que no se gasta.

Sonsón tiene un cementerio casi monumental; en todo caso, acogedor y recogido. A 2. 450 m. de altitud, goza de un clima fresco y saludable. La plaza mayor se presenta abierta y colorida, con varias casonas luciendo sus balconadas. Los patios interiores de algunas moradas en nada son inferiores en belleza, armonía, ornamentación a los celebrados patios andaluces. Las calles angostas, asfaltadas o empedradas, suben y bajan por el casco urbano.

Entre los museos destaco “La casa de los abuelos”. Es una óptima presentación del pasado histórico en sus múltiples facetas, avaladas con incontables fotografías, con tantos instrumentos de la técnica, del hogar, del campo de los que se sirvieron sus antepasados. Tiene alto valor etnográfico y arqueológico-histórico.

La fundación carmelitana tiene sabor de solera. Es el segundo convento de los Carmelitas en Colombia, simultáneo al de Frontino en 1914, tras la primera implantación en Villa de Leyva (1911). Una crónica de los primeros tiempos describe a Sonsón como la ciudad más católica y fervorosa de Antioquia, donde “son más las comuniones diarias de los hombres que de las mujeres...”

La iglesia del Carmen es de estilo neogótico, de inspiración ibérica. Se presenta luminosa y bien restaurada. En 1938 se levantó la aguja de la torre. El retablo mayor es de madera dorada en sus molduras. La talla de la Virgen del Carmen, coronada canónicamente en 1951, parece obra de Font, el célebre escultor catalán.

El predio carmelitano se encuentra en la zona más pobre, llamada “La Calzada”. Tiene un armonioso y floreado patio interior. El antiguo colegio de aspirantes (1941), convertido en 1954 en colegio mayor carmelitano, es hoy un hogar para jóvenes campesinas. El centro está dirigido por las Carmelitas Teresas de San José. Los cuatro componentes actuales de la comunidad son José René Sierra, William Bustamante, Humberto Lázaro Henao, y el diácono –próximo sacerdote- Richard Bayona. Ellos se reparten la atención pastoral a los 15. 000 parroquianos. Comienzan la jornada a los pies de la Virgen del Carmen, con el canto común de Laudes en fervorosa compañía de las seis Misioneras de Santa Teresita. Algunos fieles, arropados en sus “ponchos”, participan con ellos en esta alabanza matinal.

El trabajo pastoral incluye varias obras sociales. El fruto de la aportación de los peregrinos en las fiestas del Carmen ha logrado levantar 32 viviendas sociales para familias necesitadas, creando el barrio de “El Carmen”. Desde la parroquia se atiende a 20 veredas, entre muy alejadas o más cercanas, accesibles en coche, caballo o a pie. Es un vastísima zona de evangelización campesina, desde los niños de las escuelitas rurales hasta la misión de adultos. Las veredas se visitan periódicamente, en turnos dominicales establecidos.

Una iniciativa original es la “Casa Taller”, que rescata del peligro de la calle a las mujeres y acoge a niños de madres solteras o abandonadas. Esta obra parroquial está dirigida por las Misioneras de Santa Teresita, Congregación colombiana fundada en 1929 por Mons. Miguel Ángel Builes en Santa Rosa de Osos.

En el mes de diciembre un escuadrón de más de 100 agentes de evangelización, entre sacerdotes, religiosos/as, catequistas, laicos, … han participado en la “misión” de Sonsón y sus aledaños, con visitas a las veredas más alejadas. Obra social de la parroquia es también “El Ropero”, que ofrece prendas de vestir a precios módicos. El H° Humberto Lázaro Henao desarrolla su propio apostolado de asistencia a los pobres con carisma del todo personal. ¿En qué se distinguiría San Martín de Porres de este buen Hermano Carmelita?

Visto y considerado todo, Sonsón en Antioquia de Colombia es una realidad misional del Carmelo Latinoamericano.

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