Crónicas Misioneras

Carta de Navidad de las Carmelitas de Alepo (Siria)

Gloria a Dios y Paz en la tierra

Las carmelitas de Alepo nos unimos a vosotros en estas fiestas de Navidad para pedir al Niño Dios, que nace en pobreza y silencio, esa Paz tan esperada que Él prometió a los hombres de buena voluntad, y os deseamos un santo año 2017.

Queridos hermanos y hermanas, familiares y amigos:

Nada más hermoso podría traernos el Niño-Dios en su “saco lleno de misericordia” (San Bernardo), ese que será depositado con Él en la cueva de Belén, que un montón de Paz, esa paz que solo Él puede darnos de verdad.

Sois muchos los que nos habéis sostenido, a lo largo del año, con vuestro afecto, vuestra oración, vuestros sacrificios y vuestras numerosas donaciones para los pobres y para nosotras.

Nuestros deseos son, por tanto, en primer lugar, el reconocimiento y profundo agradecimiento siempre nuevo. También sabemos que cada uno de vosotros lleva su propia carga de pruebas y dificultades (¡y alegrías también, gracias a Dios!) Y vamos a depositar todo a los pies de la cuna. ¡Jesús, el Salvador, sabrá transfigurar y transformar todo en una carga de amor!

A lo largo del año hemos tenido varias oportunidades para daros noticias y enviaros S.O.S. No os hablaremos, por tanto, en esta circular más que de los últimos tres meses. Naturalmente, vamos a empezar haciendo referencia a la situación de la ciudad y sus habitantes. ¡Alepo! ¡Esta ciudad que ha dado tanto que hablar en los últimos meses, por desgracia! No podemos hacer mención de todas las pruebas y las angustias sufridas por la población. Lo que nos golpea hoy es el fuerte contraste entre las dos partes en conflicto. Al oeste, la población vive la alegría de la liberación: por fin, la gente puede salir y moverse sin temor a lo peor: los obuses, los tiros, las bombonas de gas explosivas y otras armas enviadas por los extremistas.  Desde hace dos días, hay júbilo en la ciudad: la gente canta y baila en las calles mientras decora las casas y barrios para la Navidad. Ciertamente, la destrucción y el sufrimiento de todo tipo es innumerable, pero es tiempo de esperanza. Por el contrario, en el este, los espectáculos de destrucción y muerte que habéis tanto habéis visto en las noticias son fuente de tristeza y angustia. El invierno está en pleno auge (tiempo de frío intenso, aunque con sol, estos días, y desde esta noche, nieve) y los desplazados, familias enteras, abandonan todo para ser alojados fuera de Alepo. Espectáculo conmovedor que, desgraciadamente, es un eco de lo que han vivido los habitantes de la zona oeste de Alepo hace unos meses. Como nos dijo el nuncio apostólico en su última visita en mayo, las destrucciones materiales se pueden reparar, pero ¿quién sanará los corazones quebrantados, amargados, desesperados? Solo el Príncipe de la Paz puede realizar este milagro en el corazón y se lo pedimos con confianza.

En comunidad, sostenidas por el ánimo de nuestros Superiores que nos agradecían que no hubiéramos dejado Alepo, por vuestras oraciones y afecto, hemos podido seguir viviendo de alguna manera nuestra vida comunitaria. El último evento importante en nuestro pequeño rebaño ha sido el regreso de la Hermana Anne, el 23 de noviembre. Su partida fue un gran sacrificio para el Carmelo de Fourvière agradecemos de todo corazón a la Hna. Chantal y a la comunidad por su acto de fe y de caridad. La presencia de nuestra hermana que (oh, milagro), no había olvidado el árabe, es, para nosotras, fuente de vida nueva y gozo. Que el Señor bendiga esta nueva etapa de nuestra comunidad. La Hna. Anne ha sido marcada por el sufrimiento pues, solo tres semanas después de su regreso, experimentó el dolor de perder a su madre, que retornó de pronto junto al Señor.

Pensamos que fue recibida en el cielo después de renovar el sacrificio de la partida de su hija para Alepo.

Otra gracia comunitaria fue la bendición de una imagen de Nuestra Señora del Carmen, en nuestro coro. Regalada por nuestras queridas Hermanas Carmelitas de Harissa, iba a ser bendecida el 8 de diciembre por nuestro Obispo Georges Abou Khazen, cuando, por razones de salud, fue sustituido por el padre Alberto, un sacerdote de la Congregación del Verbo Encarnado, que estaba de misión en  el obispado. Fue una ceremonia muy sencilla, pero ferviente e impregnada de una gran paz. ¡Gracias al Señor y su Madre Inmaculada! Cuando nos la ofreció, la M. Priora de Harissa dijo: “¡Ya veréis como os va a traer la paz!” ¡Palabra felizmente profética!

Antes de estos acontecimientos de finales de noviembre, tuvimos nuestro retiro comunitario, en el ámbito de la Solemnidad de Todos los Santos. Nos lo predicó este año por el obispo Joseph Tobji, obispo maronita de Alepo. Retiro impregnado de recogimiento y sencillez, ideal para que arraigara en nuestros corazones la paz de los que solo confían en Dios. Luego vino la fiesta de la Priora, el 13 y 14 de noviembre: dos bellos días comunitarios, también bajo el sello de la sencillez y la alegría. ¡Alabado sea Dios!

No podemos dejar de mencionar los dos grandes eventos Carmelitas del año: la canonización en Roma el 16 de octubre, de la Beata Isabel de la Trinidad; a continuación, el 19 de noviembre, la beatificación del P. María-Eugenio del Niño Jesús, en Aviñón. Dando gracias a estas dos nuevas estrellas “oficiales” del Carmelo, pedimos a estos nuevos santos que nos ayuden a seguir sus huellas de entrega total, alegre e incondicional, tal y como nos pide el Señor día tras día. Con motivo de la canonización de nuestra hermana de Dijon, tuvimos una misa solemne el 8 de noviembre, orante y recogida, que celebró nuestro obispo, con otros dos obispos, sacerdotes y religiosos de Alepo, acompañados por numerosos asistentes. Una vez más, se nos invita a la acción de gracias.

En el día de la beatificación del Padre Maria-Eugenio hubo en Roma un acontecimiento muy importante para Siria: el Papa Francisco nombró cardenal al nuncio apostólico, monseñor Mario Zenari con la misión excepcional para permanecer en Damasco para ayudar y apoyar con su presencia y oración a los cristianos y a todas las personas del país. Esta decisión fue recibida con gran reconocimiento por parte de todos.

El pasado 14 de diciembre , tuvimos la gracia de celebrar a San Juan de la Cruz con el P. Godefroy, cisterciense de Aiguebelle y capellán de la fundación cisterciense de Azer (entre Homs y Tartous) desde hace casi dos años. Nosalegró conocer al Padre Godefroy y profundizar en los lazos con el Carmelo de Laval , ya que tiene una hermana allí. San Bernardo y San Juan de la Cruz han debido de alegrarse de ver a sus hijos reunidos para celebrar un mismo amor. Unos días más tarde, conocimos  al padre jesuita Ziad Hilal, jesuita sirio destinado desde hacía unos meses en Alepo y colaborador del P. Halemba (A.E.D) para Siria y Oriente Medio.

Ya veis que, en medio de nuestros sufrimientos e inquietudes, el Señor nos sabe consolar por medio de mil detalles más o menos evidentes. Esto nos lleva a una mayor confianza en su misericordia y en la certeza de que Él nos mira a todos con la misma mirada de ternura. Gracias por orar especialmente por todos los familiares de nuestras hermanas sirias que tuvieron que abandonar el país o viven en la precariedad de una ciudad en guerra.

Terminamos con un deseo del papa Francisco que ponemos en las manos de Nuestra Señora del Adviento: “La fiesta de Navidad es una gracia de amor, de humildad y de ternura”. Que estas tres estrellas de cielo de Belén llenen vuestro corazón y vuestra vida en el año nuevo de 2017.

Vuestras Hermanas Carmelitas de Alepo, 21 de diciembre de 2016.

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