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Crónicas Misioneras

Madagascar -Recorrido carmelitano FIANARANTSOA Y TULEAR. (5ª Parte)

En dirección sureste, dista 416 km. de la capital. Pero se precisan 10 horas de recorrido. Tras los 160 primeros km., cuando hemos pasado la ciudad de Antsirabé, comienza el escandaloso deterioro de la carretera. ¡La penitencia que nos espera hasta el final del trayecto con el doble y un tercio de kilómetros por viajar! Desde la última vez la condición del asfalto se ha deteriorado mucho. Prepárense para los frenazos, porque hay que sortear tantos y tan profundos baches.

Consecuencia: la cantidad de camiones, microbuses, coches que se ven averiados en las cunetas. Peros estos chóferes –nuestro Honoré es habilísimo conducen «full gas», rasantes como Fangio. Sortean los vericuetos y curvas cerradas, arrecian en subidas y bajadas. Además al llegar a los puentes la carretera se contracta en una sola dirección. No se ve y se deja desear la hora de llegada. Si en estos descampados nos sucediera algo –una avería del coche, un mareo...-, ¡Dios nos coja confesados! Por los sobresaltos continuos se viaja como quien se sienta sobre alfileres. Al término del viaje, hasta el corazón descansa de sus emociones. Pero el trayecto ofrece una sublime ompensación. A donde se dirija la mirada la vista recibe un grandioso regalo. Es el paisaje: bello y variopinto. Lo componen el color cambiante de la tierra, la variedad de árboles, los ríos y los riachuelos, el agua que se despeña desde las rocas, otras rocas que parecen cortadas para esculpir esfinges y efigies, el labrantío de los campos, los arrozales bañados en agua, los cultivos agrícolas en la terrazas superpuestas como reforzando la colina para que no se caiga, la fabricación de carbón vegetal quemando el monte, los mercadillos al borde de los caminos con productos agrícolas y artesanales, casitas de adobe y tejado de paja, edificios de fantasía arquitectónica, medios de transporte conducidos por cebúes o personas jadeantes... Y, sobre todo, la vida a borbotones en los poblados que atravesamos. En suma, una infinidad de recreación relajante.

«Tonga soa» (= Bien venido). Detengámonos en el significado del toponímico Fianarantsoa: «Donde se aprende bien». Pero los celosos habitantes apostillan con gracia: «Donde se imita bien». Se encuentra en la zona central de las tierras Altas. Meseta, diríamos nosotros. Segunda provincia más extensa del país, región vinícola, es la zona más evangelizada de la patria malgache, donde más abundan las vocaciones. Desde 1870 ha sido y continúa siendo el bastión católico del país. La homónima capital se asienta a 1.400 m. de altitud, convertida en el centro histórico y cultural de la región de Betsileo. Fue fundada en 1830 sobre un antiguo poblado. En 1913 se creó el vicariato apostólico de Fianarantsoa. En 1956 llegó a ser diócesis. En 1958 se convirtió en arzobispado. Actualmente cuenta con unos 225.000 habitantes, de los que el 70% se profesa católico. Aquí, a las afueras de la ciudad y sobre una colina, está el segundo Carmelo de Madagascar. Se fundo el 11 de febrero de 1958 como recuerdo del primer centenario de las apariciones de la Virgen en Lourdes. La comunidad posee una crónica detallada de los avatares de la fundación, con tantos particulares y vicisitudes del período de construcción y de los primeros tiempos. El emplazamiento ofrece un espléndido panorama sobre cumbres cimeras de montañas en todas las direcciones. El espacio de ingreso y de acogida es todo un jardín suspendido con verjas y alambradas recubiertas de flores en enredadera, como una alfombra floral de los más variados colores. En edificio aparte está el salón multiuso para grupos parroquiales y para movimientos eclesiales que frecuentan el Carmelo en sus recolecciones.

Estas industriosas hijas de Santa Teresa han organizado también aquí su trabajo de subsistencia. Además de los medios clásicos de fabricación de formas para consagrar y de ornamentos sacros, explotan los frutos de su extensa huerta conventual con un poblado gallinero y vivero de plantas. Es el Carmelo mejor surtido de vocaciones. Cuatro Hermanas de velo blanco y tres postulantes componen actualmente el envidiable grupo de jóvenes en formación. Varias Hermanas de la comunidad se han integrado en las últimas fundaciones de Madagascar y otras prestan servicio todavía en Tierra Santa, Francia y Bélgica. Tienen vocaciones, pero saben también prestarlas y entregarlas para esas ayudas.En la misma ciudad operan las Carmelitas Menores de la Caridad, Congregación italiana (Fontanalucia, RE) con asentada presencia misionera en Madagascar. Se dedican a recoger y a cuidar –¡sólo ellas!- las personas más deformes de la sociedad. El renombrado hospital «Cottolengo» de Turín no ofrece con tanto realismo el espectáculo de los monstruos humanos que se contemplan aquí. El mapa de la presencia carmelitana se completa con otras varias Congregaciones de inspiración teresiana: El Carmelo Apostólico de San José (San Martín de Belle Roche, Francia), las Hermanas de la Providencia (La Pommeraye, Francia), las Hermanas de Santa Teresa (Avesnes, Francia), Carmelitas de Santa Teresa (Turín), las Carmelitas Misioneras Teresianas del B. Francisco Palau.

El programa impone descender a la costa sur oeste en el Canal de Mozambique, por debajo del Trópico de Capricornio. Aquí estamos en la ciudad de Tulear. Los nativos la llaman Toleary. Es puerto de mar y zona de playas de arena blanca. Zona tropical, fue antiguo mercado colonial en ruta hacia la India. Enseguida se advierte su oferta turística. Tiene un trazado de calles para Madagascar sorpresivamente amplio. En tradición secular con los ancestros, aquí es donde se visualiza más el culto y respeto a los difuntos por la cantidad de cementerios y tumbas que se renuevan en mejores y más solemnes. El Cristianismo se asentó en 1897.Un primer asentamiento misional intentaron los Agustinos en 1845. Los Lazaristas se instalaron ya en 1897 para evangelizar la zona. Constituida Tulear en diócesis desde 1957 (hoy arzobispado), los Religiosos Asuncionistas ofrecieron de su propiedad en 1975 suficiente terreno a las Carmelitas para una tercera fundación que asumió el Carmelo de Antananarivo. Así se cerraron los contactos que se habían establecido desde 1967. El toponímico del barrio Belemboka hace honor a su significado: «Lugar de mucho polvo». También sus hermanos de hábito tuvieron en Tulear una fundación efímera, que terminó en diciembre de 1981.

La construcción del monasterio es de sólo planta baja para no desentonar con el entorno. La sequía continuada para los productos agrícolas hace pasar a la comunidad por momentos de prueba. Como las demás, también estas carmelitas malgaches cultivan la alta escuela de un bordado primoroso y la pintura de la seda. También aquí la misa tempranera de las Carmelitas se ve frecuentada por una numerosa asamblea. Durante el canto de los Laudes se llena la capilla. Para adyacente, añadiendo bancos suplementarios. La animan los novicios asuncionistas y novicias locales de las Religiosas de Santa Teresa (Avesnes sur Helpe, Francia). El canto participado transmite sensación de festiva celebración. La celebración litúrgica es el regalo mañanero para el día. Niños y mayores lucen las faldas y camisas mejor planchadas para el día del Señor. También aquí se hace presente la Orden Seglar del Carmelo.

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