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Crónicas Misioneras

Crónica 4. En el áfrica oriental, en el áfrica anglófona

En ruta hacia  Africa

Nos encaminamos hacia África, África del Este, África anglófona: a Kenia y Uganda. Sentado junto al P. Stephen Watson, definidor general, empleo las muchas horas de vuelo para leer la encíclica papal “Deus caritas est”. Sobre todo la segunda parte me resulta un examen de conciencia a mi servicio a las Misiones Carmelitanas. “La Iglesia no puede descuidar el servicio de la caridad, como no puede omitir los Sacramentos y la Palabra...” (nº 22). – “Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social..., pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia” (nº 25). Queda aclarada la relación entre justicia y caridad (nº 26-27). Y Benedicto XVI continúa golpeando mi conciencia: “El amor –caritas- siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa ... Quien intenta desentenderse del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto hombre...” (nº 28). Permanezco impresionado por reflexión tan penetrante.

Kenia

Es un nombre geográfico cercano a Occidente, por sus parques nacionales para los turistas, por sus poblados maasais. El aeropuerto de Nairobi es una plataforma para todos los vuelos de la rosa de los vientos, con funcionamiento según cánones occidentales. Kenia separa los pueblos camitas al Norte con los negros, asentados en el Sur, y con las tribus nilóticas del Noroeste. Es el paraíso de la caza mayor en gran parte de sus 582. 646 km. cuadrados, en parte asomados también a las costas playeras y puertos del Océano Indico. Esta zona perteneció desde antiguo a la sultanía de Zanzíbar, que en 1877 –antes del Congreso de Berlín en 1884/85- la ofreció al gobierno inglés. Todavía recordamos las escaramuzas desconcertantes para todo ejército regular que ofrecía la sociedad secreta de la tribu de los Mau-Mau. Su mítico jefe Jomo Kenyatta (1889-1978) es el artífice de una independencia de la nación muy trabajada y conseguida, por fin, el  22 de diciembre de 1963, permaneciendo Kenia miembro de la Commenwealth. La East African Railways, de Mombasa a Uganda, recorre 1937 kilómetros del territorio nacional. Tiene 51. 472 kilómetros de carreteras.

 Del punto de vista misional, los misioneros de la Consolata, los Combonianos y otras familias religiosas se hacen presentes en nuestros medios de comunicación. Nairobi tiene un numeroso aflujo de casas religiosas para la formación de sus jóvenes miembros.

Aterrizamos en Nairobi, a 1. 662 m. sobre el nivel del mar en la meseta de Kiyuyu. Fue fundada en 1899 como campamento de trabajadores del ferrocarril del África Oriental. Desde 1907 es capital de Kenia. Tenemos ante nuestros ojos el fin del Kilimanjaro (5.895 m.) y el comienzo del monte Kenia (5.194 m.). Se advierte la gran sequía que se ha traspapelado, incluso, a la información occidental. Será de proporciones catastróficas, si no llega la lluvia esperada desde meses. Afirman ser la sequía más devastadora de los últimos diez años. Las vacas en estos prados yertos dan poca leche y mucha pena.

El superior local P. Dennis Geng y el Provincial de Washington Philipp Thomas nos conducen al convento. La noche breve no basta para atenuar el cansancio. Pero las notas sonoras del himno de la liturgia matinal en kiswahili parecen comunicar al organismo una impulsión antiletárgica y vigorizante. El joven frailecillo nigeriano nos embelesa con su homilía de la mayor expresión carismática: ojos, gestos de manos, interrogantes dirigidos al público, cantos improvisados, sonrisa, ...; todo es persuasión y todo es sugerencia.

En nuestra casa de Langata Road encontramos el “staff” de los cinco formadores de la comunidad internacional de 38 miembros entre kenianos, nigerianos, malawianos, norteamericanos: 9 sacerdotes y 29 hermanos en formación. Los estudiantes frecuentan el Tangaza College, que está casi a las puertas de nuestra casa. Es un centro afiliado a la universidad del África Oriental. Allí funciona también un Instituto de Espiritualidad, del que en breve será director  el P. Stephen Payne, de la Provincia de Washington. Admirando esta prometedora realidad africana, recordamos al P. Felipe Sainz de Baranda. Durante sus dos sexenios como superior general (1979-1985-1991) soñó con crear un gran centro de estudios en esta ciudad por las garantías de formación que ofrece para la zona anglófona de África. Nairobi tenía que ser el equivalente de Kinshasa, de Yaoundé o de Abidján para el sector francófono. Con la semilla de aquella idea están naciendo ahora otros centros de formación en Ibadán (Nigeria), en Morogoro (Tanzania).

Al fin, en 1992 comenzó a funcionar el grandioso proyecto de Nairobi. En 1995 se asignó su responsabilidad a la Provincia de Washington. Aquí ha creado tradición el encuentro anual de los responsables carmelitas de la región anglófona. Participa también el representante de Uganda. Esperamos contar en breve con la presencia de Sudáfrica. El tema común suele ser siempre el funcionamiento de esta casa de estudios al servicio  de las demás demarcaciones, la colaboración interregional, perspectivas para el futuro, .... Este año tenemos un tema especial: la preparación del próximo congreso sobre la formación carmelitana en el sector anglófono de África. Se repite, con los propios matices, el que celebramos en septiembre del 2004 en Yaoundé (Camerún) para el África francófona. En Nairobi del 5 al 7 de julio lo presidirá el General de la Orden.

En el ambiente carmelitano de esta ciudad se visitan siempre la comunidad de las Carmelitas Descalzas, sintiendo mucho no poder llegar a los Carmelos de Tindinyo y de Kisii, y a las otras comunidades de la familia carmelitana. Nos despedimos de Kenia con la noticia fresca de la próxima fundación misional de los Carmelitas en Kisii. Nairobi tiende a su propia expansión con las vocaciones nativas del país.

A  Uganda,  sobrepasando la línea del ecuador

Entre Nairobi y Kampala, las capitales de Kenia y Uganda, está la línea geográfica del ecuador; un poco al norte de la primera y al sur de la segunda. Al pisar suelo ugandés me viene a la mente el papel de “cenicienta” enredadora que juega este país en la conflictividad de la región de los Grandes Lagos. Artífice del siniestro papel es su presidente Museweni, por 20 años al poder y ahora reelegido por tercera vez. ¿Cómo le podríamos determinar o definir? ¿Un “malandrino” de El Quijote, un “demiurgo” al servicio de cierta fracción africana, exiliada a Uganda en 1959, que le aupó al poder? En recompensa él ofreció ayuda logística a los “inkotany” que en 1994 se hicieron de nuevo con el poder en Rwanda. Las tropas ugandesas continúan presentes en el Congo, en las zonas de los diamantes y de los preciados minerales, desestabilizando los esfuerzos de paz, a pesar de los soldados de las Naciones Unidas.

Hablando de Uganda todavía permanece en la memoria el recuerdo del dictador Idi Amín Dada (1971-1979). Llegado al aeropuerto de Entebbe, mi curiosidad busca la geografía exacta de la liberación de los rehenes judíos en 1976 por la tropas especializadas de los israelíes, aterrizando sorpresivamente aquí. El hecho mediáticamente clamoroso llegó al cine con “Raid on Entebbe”.

Antes de la llegada de los ingleses había más de 30 grupos étnicos que cubrían los 235. 796 km. de la actual nación. Los primeros extranjeros en llegar fueron los árabes en 1840. Diez años más tarde comienza la presencia de europeos. El inglés John Speke descubrió en 1860 –primer europeo- las fuentes del Nilo. Después del Congreso de Berlín (1884/85) la “British East Africa Company” concedió una carta real  al reino local de Buganda en 1888. El antiguo reino de Buganda y posterior protectorado inglés obtuvo la independencia total el 9 de octubre de 1962. Actualmente Ugande tiene 24. 600. 000 habitantes, de los que el 13% se conglomera en centros urbanos.

La religión primitiva era monoteísta. Adoraban a un solo Dios con varios atributos: Katondo, el creador; Mukama, el maestro de la vida; Seggulu, el señor de los cielos, ... En la leyenda de Kintu y de Nambi encontramos una resonancia de Adán y Eva. En las leyendas ancestrales aparece también una historia de la salvación. El primer rey que recibió a los europeos fue Mutesa I, conocido también como Mukabuya.

El Catolicismo penetró en el país con los Padres Blancos por el Sur, con los Padres de Mill Hill por el Este y por los Combonianos o Misioneros de Verona por el Norte. Es estimulante la historia cristiana del país con el testimonio extraordinario de los 22 mártires ugandeses entre 1885 y 1887. La mayoría eran jóvenes al servicio del rey. El benjamín lo fue S. Kizito, a sus sólo 12 años. La historia  de los mártires de Uganda merece una mayor difusión en la Iglesia.  Es el primer testimonio de un martirio ecuménico con 12 protestantes. A las afueras de Kampala, en Nabugongo, se encuentra la basílica conmemorativa. Posicionándome en el lugar preciso donde Pablo VI celebró la misa en honor de los mártires  el 31 de julio de 1969 me resuenan en el interior las palabras más proféticas y más programáticas que un Papa haya pronunciado sobre África: “Vosotros, africanos, tenéis que ser ahora vuestros propios misioneros... Es decir que vosotros, los africanos, tenéis que continuar la construcción de la Iglesia en este continente”. El Papa Montini creía en los propios recursos de los hijos de esta tierra para la evangelización de sus mismos hermanos. En 1967 había escrito la carta apostólica “Africae terrarum”.

          

En  la  tierra  del  Carmelo

Para hablar del Carmelo en Uganda se impone un preámbulo con sabor fresco de “fioretti”. Hay que recordar el nombre de un carmelita húngaro: P. Patrick Perjes (+ 1993). En su patria se había ofrecido como misionero apostólico. Estando en nuestro seminario de Misiones de San Pancracio en Roma, en 1939 lo destinaron a la Misión de Irak. Durante la segunda guerra mundial cayó prisionero de los ingleses. En esa condición, tras una larga odisea, llegó al campo de confinamiento de Uganda en 1942. Pasó por Soroti, Kampala, Rubaga, Entebbe, Katigondo, Masaka, Kitovu,... Recibió, incluso, la invitación formal  de fundar una Misión Carmelitana con un vasto terreno a su servicio. Liberado en 1947, dos años más tarde llegó a Tucson, Arizona, juntándose a los Carmelitas catalanes que entonces trabajaban en Estados Unidos. Con fecha del 16 de febrero de 1947 escribe en sus “Memoirs” (pro manuscripto 1993): “The mystery continues...” Hablando del Carmelo en Uganda no se debe olvidar a este Carmelita magiar que durante cinco años regó esta tierra con el sudor de su cautiverio.

Refiriéndonos a la presencia actual del Carmelo, por orden cronológico tenemos que mencionar primero a las Carmelitas Descalzas de Mityana. Vinieron del monasterio de Welden, Alemania, en 1967. Mityana es, en primer lugar, la patria chica de tres de los mártires ugandeses:  S. Matías Kalembe, S. Lucas Banabakintu y de S. Noé Mawaggali. Es también sede sufragánea de Kampala. El Carmelo está a la sombra de la original catedral, evocando arquitectónicamente a una cabaña ugandesa. Las Carmelitas han sobrevivido a las revueltas, a la dictadura, a la guerrilla con entereza teresiana. Hoy son 13 monjas: 6 alemanas y 7 siete jóvenes ugandesas con una postulante. Dos hermanas profesas de Uganda están integradas en comunidades alemanas. La iglesia local percibe al Carmelo como soporte espiritual de excepción, reconocido con agradecimiento. El monasterio tiene su gran extensión verde de arboleda y de cultivo.

De los Carmelitas en Uganda se habla poco. Su implantación es reciente, desde el 2002. Todo comenzó con modestia y persevera con discreción. Kyengeza está en la misma diócesis de Mityana, a 15 km. de vuelta a Kampala. La parroquia de S. Kizito aparece en la colina como un foco de atracción. Se llegó a pintar parte de la fachada. El resto y todo el interior han quedado con ladrillos sin recubrir, hasta que llegue otro empujón monetario. El techo es de chapa. Kyegenza dista 50 km. de la capital y 70 km. de la línea del ecuador. Iglesia construida en 1975 como sucursal, es parroquia desde la llegada de los Carmelitas de Arizona-California. Cuenta con 15. 000 personas en el radio de 15 capillas. Aquí vive y se defiende la comunidad de los Carmelitas. P. David Costello y  P. Colm Stone peinan canas casi septuagenarias. Les acompañan el P. Edmond Shabani, de la Delegación General del Congo, y el sacerdote diocesano John Mary Vianney. En la comunidad hay armonía de vida, poesía ecológica del entorno y música de clarinete para solaz del espíritu.

La falta de electricidad se suple con la energía de los paneles solares para una tenue claridad nocturna. Con tantas privaciones, sin internet, sin periódicos, sin televisión, viven aislados del exterior, pero integrados en el pueblo que evangelizan. Se acabó el agua de las lluvias recogida en la cisterna. En tierra cálida se agradece la ducha frecuente. Pero aquí tiene que ser con cubos, por falta del agua del grifo. ¡A la guerra, como a la guerra! Equivale a decir: “¡A la Misión, como a la Misión!” Y la vida sigue igual, valientemente.

Complemento del mayor lustre es la comunidad  de cuatro Hermanas de las “Marienschwestern vom Karmel”, de Linz (Austria), fundadas en 1861 por María Bock (Teresa de San José). Es su primera inversión misional, que ha servido de elemento revitalizador para el Instituto. Hermanas y Hermanos se juntan cada día para la Eucaristía y para el oficio de Lecturas. Hermanas y Hermanos, tras su reciente implantación, cuentan ya con un/a postulante. En nuestro colegio de Nairobi estudian un sacerdote y un profeso simple de Uganda.

Dependiendo de la parroquia funcionan una escuela primaria y otra secundaria.

Conclusión

 Es la hora del regreso. Podemos anotar un balance general. Cuando se visitan estas comunidades misionales (Nairobi y Uganda) se llega a una conclusión. En tiempos pasados la universalidad de la Orden la representaban los misioneros. Actualmente las vocaciones nativas, fruto de la Misión, son la expresión del más rico universalismo cultural del Carmelo. Automáticamente se ha desvanecido el etnocentrismo de la Orden. Estuvo ligado a condiciones del pasado, pero hoy está superado y se asume la nueva situación.

No obstante, todo joven Carmelita de cualquier Provincia con vocación misional tiene su lugar en este rincón de Kyengeza. Sólo falta ofrecerse con decisión. La Misión continúa generando  Misión.

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