Bozoum - "El país se encuentra en una situación de inestabilidad muy grave. A pesar de los acuerdos de Jartum firmados en febrero por el gobierno y 14 líderes rebeldes, el 80% del territorio está en manos de bandas que responden a los líderes locales. El acuerdo firmado en Sudán preveía su desarme, pero no se ha cumplido. Así, continúan los enfrentamientos, los saqueos y la violencia". De este modo denuncia la violencia el padre Aurelio Gazzera, misionero carmelita italiano, quien desde hace 28 años reside en la República Centroafricana, y actualmente es párroco de Bozoum y responsable de la Cáritas diocesana.
A unos ochenta kilómetros de Bozoum, los días 20 y 21 de mayo, las milicias de Tre Erre masacraron a civiles. "Esta milicia - continúa el Padre Gazzera - dice que defiende a los pastores de la etnia Peul, pero en realidad lucha por sí misma y por el botín. Nuestra zona es relativamente tranquila, incluso si un departamento del Tre Erre acampa a más de 20 km y tememos las tensiones".
En los últimos años, el padre Gazzera también ha centrado su atención en la explotación de los recursos naturales y minerales del país. Una actividad que el pasado 2 de mayo le costó su arresto por testificar sobre la masacre en una mina de oro. "No hay reglas -dice amargamente el padre Aurelio-, las licencias deben ser otorgadas a través de actos oficiales del parlamento de Bangui. En cambio, la mayoría de ellos son dados de manera informal por funcionarios públicos en complicidad con los jefes de las instituciones. Desde principios de 2019, se han concedido 116 licencias para la explotación de minas de diamantes y oro y para el derribe de árboles valiosos (por su madera). Un diputado me confirmó que sólo ocho concesiones habían seguido el procedimiento establecido por la Ley. El presupuesto del Estado prevé 100.000 euros en ingresos por licencias. ¡Una figura ridícula! Solo las minas de Bozoum podrían rendir de 7 a 8 millones".
Los concesionarios son empresas chinas, rusas, libanesas y sudafricanas. "Sucede que las empresas extranjeras -señala el religioso- firman acuerdos que corrompen a los funcionarios, sin respetar ni a las comunidades locales, ni a la naturaleza. Pero su importancia es tal que el gobierno de Bangui les garantiza la protección de los militares. Militares que, en otros lugares, no son vistos. El apetito de muchos se ha desatado en este país, con el desprecio por quienes viven aquí y una salvaje explotación de los recursos minerales".
(EC) (Agencia Fides 7/6/2019).