Moramanga – “El viaje del Papa Francisco fue extraordinario, lleno de encuentros y emociones. Francisco recordó a los obispos que el pastor debe estar cerca de Dios, de sus sacerdotes, cerca de la gente. Madagascar es un país donde la pobreza es el problema fundamental. Estar cerca de la gente significa estar cerca de los pobres. La Iglesia ha elegido a los pobres: el anuncio a los pobres es el primer deber de la Iglesia, como lo fue para Jesús. Son las palabras de monseñor Rosario Vella, SDB, recientemente nombrado obispo de Moramanga después de 12 años de servicio en Ambanja (ver Fides 08/07/2019).
El obispo recuerda diferentes momentos de la visita. "El Papa recomendó a las autoridades cuidar a la gente, luchar contra la corrupción, prestar atención a la Casa común. De hecho, la deforestación en todo el territorio está produciendo graves problemas ecológicos. Además, la pobreza aumenta así como la corrupción y la violencia. El encuentro con las religiosas de clausura fue muy entrañable. Relató la experiencia de Santa Teresita, que amaba a todas las hermanas, incluso a las más exigentes o mal humoradas. A partir de su ejemplo, el Papa recordó esto: “Sé que todas ustedes, monjas de clausura, se han acercado al Señor para buscar el camino de la perfección; pero el camino de la perfección reside en estos pequeños pasos en el camino de la obediencia. Pequeños pasos de caridad y amor. Pequeños pasos que parecen nada, pero son pequeños pasos que encarcelan a Dios”.
“El sábado por la noche una multitud de unos 200 000 jóvenes se reunieron con el Papa en el inmenso campo de Soamandrakizay. El clima no era amable: un frío intenso y un viento que hubiera desanimado a cualquiera, pero no a estos jóvenes que esperaban una bendición y una palabra de aliento de Francisco y una gracia que les dé la fuerza para enfrentar todos los problemas de la vida. Con sencillez, dos de ellos, Rova y Vavy, hablaron al Papa sobre sus vidas. No faltó una palabra de consuelo y aliento de parte del Papa”, explica el obispo. “También fue muy hermosa la reflexión del Papa sobre la Virgen María. Instó a los jóvenes a seguir su ejemplo ya que ella dio su “sí” a Dios en los momentos más difíciles”.
“El domingo por la mañana, al amanecer, la ciudad rebosaba alegría y se podía ver a la multitud por la calle dirigiéndose a Soamandrakizay. La alegría era inmensa y explotó con la llegada del Papa. Una vez más su palabra resonó en el corazón de todos: “La peor forma de esclavitud es el egoísmo. Quien se encierra en sí mismo y no deja lugar para Dios y los pobres nunca podrá sentir la profunda alegría de estar con él y pierde el entusiasmo de hacer el bien”. Tuve la gracia y la alegría de estar presente. Lo que me más me impresionó es ver como si en un momento se hubieran eliminado todas las barreras entre pobres y ricos, sabios e ignorantes, adultos y jóvenes, cristianos y no creyentes, justos y pecadores, poderosos y débiles… todos sentimos que éramos hijos de Dios que nos ama inmensamente. En Madagascar hay 18 tribus principales, pero nadie sintió ninguna división”, rememora el obispo.
“El último encuentro del domingo por la noche, recuerda el obispo, fue con los sacerdotes, religiosos y religiosas. En Madagascar son los consagrados quienes se dedican a la evangelización, la promoción humana, la defensa de las mujeres, la educación escolar, los dispensarios ... Sin ellos, la sociedad sería realmente más pobre. El Papa Francisco, frente a más de 2.000 personas consagradas, expresó su agradecimiento en nombre de toda la Iglesia. Muchos viven en situaciones difíciles y llevan sobre sus hombros, incluso a costa de su salud, el peso de las labores apostólicas”.
“Cuando vivimos la alegría del Evangelio, -les recordó el Papa-, nosotros, las personas consagradas derrotamos al espíritu maligno en su propio terreno: donde nos invita a aferrarnos a las certezas económicas, los espacios de poder y la gloria humana, respondemos con disponibilidad y pobreza evangélica que nos llevan a dar nuestras vidas por la misión. ¡Por favor no se dejen robar nuestra alegría misionera!”
“Para esta nueva misión - concluye el obispo de Moramanga - el Papa, con sus palabras y su ejemplo, nos ha trazado un camino: “Permanecer en el corazón de Jesús y en el corazón de su pueblo”. Francisco nos instó a tener preferencias: los pobres y los pequeños. Finalmente nos dijo que los frutos serán paz interior, alegría y esperanza. El sábado, después del encuentro fuimos a saludar personalmente al Papa y le dije: Santidad en una semana voy a mi nueva diócesis, donde me envió. Francesco me miró, me sonrió, me animó. ¡Nunca lo olvidaré! Querido Papa Francisco: ¡nos dijiste las cosas que necesitábamos!”.
(RV/AP) (10/9/2019 Agencia Fides)