América Latina es la tierra de la cocaína y la marihuana. Colombia, Perú y Bolivia son los mayores productores mundiales de cocaína, mientras que desde México y Paraguay (además de Perú y Bolivia) provienen los principales cultivos de marihuana. De la "cocina" de la cocaína, se obtiene la mortifera "pasta base", la "droga de los pobres", también llamada crack o paco, un verdadero flagelo que destruye irreversiblemente las neuronas, aturde y provoca reacciones violentas. La Iglesia continental, al igual que el Papa Francisco, ha condenado reiteradamente y con severidad el consumo (y toda la cadena de suministro, que lo hace posible) de drogas psicoactivas, colocando a la persona con adicciones al centro del problema. Por lo tanto, la Iglesia está en primera línea en la lucha contra las drogas como una patología (la adicción) de manera integral, y está convencida de que es un problema complejo con muchas causas. Las virtuosas experiencias de los miembros de la Gran Familia Hogar de Cristo en Argentina y las intervenciones de los Servidores del Servidor en Colombia, los movimientos en Brasil: de diversas maneras, las comunidades cristianas están comprometidas con la prevención y recuperación de los jóvenes que han caído en las redes de las dependencias, proponiendo modelos válidos de intervención comunitaria eclesial, reconocidos en todas las sociedades nacionales (...)