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ASIA/SIRIA - El monje (próximo obispo) Jacques Mourad: el terremoto, “medida colma” del dolor y el misterio de nuestra fe

Aleppo – «Sólo faltaba este terremoto para llenar hasta el borde la copa del sufrimiento. Y ahora, en esta misma situación, gracias a Dios sigue pasando la esperanza, la caridad, la solidaridad entre todos. Hoy, el misterio de nuestra fe pasa por estas ruinas». El padre Jacques Mourad, monje sirio del monasterio de Deir Mar Musa, será ordenado arzobispo de Homs de los católicos sirios a principios de marzo. Pero ayer, martes 7 de febrero, se encontraba entre las devastadas calles de Alepo. Su testimonio, recogido por la Agencia Fides, relata las nuevas heridas abiertas por el terremoto en la ciudad mártir, que es también su ciudad natal. Y al mismo tiempo, sin añadir palabras de más, también relata su fe.
Durante los años de la guerra, el padre Jacques, miembro de la comunidad monástica fundada por el jesuita romano Paolo Dall'Oglio, vivió una experiencia sin parangón. En 2015, fue secuestrado y mantenido como rehén durante muchos meses por milicianos yihadistas del Estado Islámico (Daesh), que asolaron y profanaron el monasterio Mar Elian de Quaryatayn, del que era prior. Tras su liberación, vivió durante mucho tiempo en Sulaymanyia (Kurdistán iraquí), en la casa local de su comunidad monástica. En aquella época, ayudó espiritual y materialmente a muchos refugiados cristianos iraquíes que huyeron de Qaraqosh y otras ciudades de la llanura de Nínive ante el avance de los yihadistas del Daesh. Por todo ello, cuando se refiere a los dolores de la guerra para dar la medida del sufrimiento causado por el seísmo, el padre Jacques no utiliza palabras al azar. Sabe de lo que habla. Y su sabiduría espiritual como monje sirio también aporta ideas valiosas sobre las nuevas tragedias que están golpeando la vida de una multitud de personas entre Siria y Turquía. «Intento estarles cerca, hay mucho dolor y miedo en el corazón de todos. Lo que ha provocado este terremoto es increíble. El miedo de la gente es más fuerte que cuando había guerra». En los rostros de muchas personas, el padre Jacques ve expresiones de total abatimiento y depresión. Y entonces, en una impotencia que no encuentra en sí misma fuerzas para reaccionar, resplandece de nuevo el valor, la ayuda gratuita hacia los más heridos. «Los temblores, ayer, todavía se podían sentir. Hace frío, hay humedad, muchos ya están enfermos, muchos enfermarán en los próximos días. Pero la gente vive y se ayuda en las iglesias, en las mezquitas, en las calles, en los coches».
(GV) (Agencia Fides 8/2/2023)



 

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