Alepo – “Somos cercanos a las personas que sufren por la violencia y la guerra en Tierra Santa. Rezamos por la paz. Nos unimos espiritual y concretamente a todos los fieles que el 17 de octubre y en los días sucesivos vivirán jornadas y momentos de oración y ayuno por la paz. Deseamos la paz para Tierra Santa, como el mayor bien, como un don de Dios”, dice a la Agencia Fides el padre Mounir Saccal, sacerdote de la Eparquía sirio-católica de Alepo y Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias en Siria.
El pueblo sirio, probado por años de guerra, dice el padre Saccal, “comprende profundamente las dificultades, las penurias, el sufrimiento de la conmocionada y angustiada población civil de Palestina. El pueblo sirio sigue viviendo en una situación de posguerra, en una fase de recuperación muy, muy lenta. Desde el punto de vista económico, sigue habiendo escasez de combustible y los servicios sociales, como las escuelas, funcionan con dificultad. Los progresos son lentos y difíciles, pero queda esperanza. Hoy es raro encontrar una familia entera, las familias se han fragmentado debido a la emigración, tras doce años de guerra. Y son los jóvenes los que más sufren. Esta situación se refleja también en nuestras Iglesias, en las personas que participan en la vida comunitaria, y también en las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. Los últimos cuatro años han sido los más difíciles”.
“Hoy -añade el sacerdote- vemos con dolor el surgimiento de una nueva guerra en Oriente Medio, y vemos con gran preocupación los riesgos de una posible expansión regional del conflicto. Vivimos en una tierra atormentada. Pero ahora, por desgracia, no podemos hacer nada por las personas que sufren en Tierra Santa. Es imposible pensar en dar ayuda humanitaria. Es posible alimentar la comunión espiritual. Recemos por la paz y confiemos en Dios todopoderoso, que puede cambiar y convertir los corazones”.
El Padre Saccal termina diciendo: “Como bautizados en Siria, esperamos y seguimos las recomendaciones de nuestros Patriarcas para dar una respuesta de fe, esperanza y caridad, como comunidades cristianas de todas las confesiones, en esta tierra donde vivió Cristo Jesús. Todo esto sucede en el mes misionero y mientras nos preparamos para la Jornada Mundial de las Misiones, el 22 de octubre. Digamos pues, con el Papa Francisco: vivamos este tiempo difícil de violencia y de guerra, con el corazón ardiente, encendido por la Palabra de Jesús, y con los pies en el camino para anunciar su amor”.
(PA) (Agencia Fides 12/10/2023)