Borongan - En el décimo aniversario del súper tifón Yolanda (o tifón Haiyan) que devastó el centro-este de Filipinas el 8 de noviembre de 2013, provocando la muerte de más de 7.000 personas y afectando a más de 16 millones de personas en nueve regiones, la comunidad católica del país recuerda a las víctimas y lanza una advertencia sobre la importancia de mitigar el cambio climático, actuando en la prevención para evitar que este tipo de fenómenos causen catástrofes humanas y humanitarias, como sucedió con Yolanda.
La Iglesia católica ha instado a la nación a recordar y honrar a las miles de personas que murieron durante una de las tormentas más fuertes jamás registradas en la historia. Según la información de la Agencia Fides, la diócesis de Borongan, en la parte oriental de la isla de Samar - una de las más afectadas - ha invitado a los fieles a una vigilia de recuerdo y a un momento de oración nacional. "Rezamos por el eterno descanso de las víctimas, y para que el Señor dé consuelo y fortaleza a sus familias. Que su memoria nos recuerde el valor de la vida y la urgencia de cuidar de nuestros hermanos y hermanas y de nuestra 'Casa Común', como dice la encíclica Laudato si'", escribe el obispo de Borongan, Mons. Crispin Varquez, en una carta distribuida a todas las comunidades. El Obispo agradece a las organizaciones humanitarias, a los voluntarios y a las personas que se han volcado en la ayuda, y renueva su llamamiento a las autoridades civiles para que se comprometan más en la reconstrucción.
Diez años después de aquella catástrofe, de hecho, muchas personas siguen luchando por superar las consecuencias del tifón, “se ocupan de reconstruir sus hogares, sus medios de subsistencia y sus vidas”, por lo que “el camino hacia la plena recuperación aún no ha concluido”, señala Mons. Varquez. A continuación, reitera el compromiso de la Iglesia local: “Como diócesis, hemos intensificado nuestros esfuerzos para apoyar y acompañar a quienes aún se encuentran en una situación precaria. Ofrecemos nuestro tiempo, recursos y experiencia para ayudar a nuestros hermanos y hermanas a recuperarse y reconstruir sus vidas”.
Aunque fue un momento de "gran dolor, pérdida y devastación", el Obispo de Borongan prosigue señalando que "también fue un momento en el que nuestros lazos de solidaridad y fe, puestos a prueba, se fortalecieron. Me gustaría recordar los innumerables actos de heroísmo y abnegación que surgieron en medio de la devastación." "Fuimos testigos del poder de la oración y de la resistencia del espíritu humano Experimentamos la generosidad de nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo que nos ayudaron en nuestros momentos de necesidad", añade.
A continuación, el Obispo ha pedido a los ciudadanos y a las autoridades que sigan un camino responsable: "El cambio climático es una amenaza significativa para nuestro planeta y especialmente para sus habitantes más vulnerables. Emprendamos prácticas sostenibles y apoyemos políticas que protejan el medio ambiente y promuevan la justicia para todos".
Con esta idea, la comunidad católica, junto con diversos grupos de la sociedad civil, participará en la "Marcha de Jericó", una procesión organizada del 29 al 30 de noviembre en Guiuan, localidad de la isla de Samar, para concienciar sobre la minería irresponsable que está dañando el territorio de la isla y poniendo así en peligro la vida futura de su población.
Samar es una de las islas más golpeadas por Yolanda, que registró vientos de hasta 315 kilómetros por hora y desató olas similares a las de un tsunami. En la isla de Leyte, junto a Samar, en Tacloban, la capital de la provincia de Leyte, destruida casi por completo por la tormenta y las mareas de tempestad hace diez años, el presidente filipino Ferdinand Marcos Jr. también ha participado en una misa y una ceremonia de conmemoración en el Centro de Convenciones, un lugar que durante meses ha acogido a los evacuados. Los habitantes de Tacloban han preparado un rastro de velas encendidas por las calles de la ciudad en señal de recuerdo a las víctimas.
Entre las autoridades civiles, la Vicepresidenta de Filipinas, Sara Duterte, ha señalado: "En recuerdo de las vidas perdidas, unámonos en solidaridad y volvamos a comprometernos a crear un futuro más seguro y resiliente, gracias a un desarrollo sostenible", pidiendo a los ciudadanos que aprendan de las lecciones del pasado, haciendo hincapié en la necesidad de invertir en infraestructuras resilientes, sistemas de alerta temprana y formación para hacer frente a las catástrofes naturales. "El tifón Yolanda dejó una huella indeleble en nuestros corazones, pero también reveló la extraordinaria resistencia y fortaleza de los afectados. En medio de una destrucción inimaginable, fuimos testigos del espíritu inquebrantable de los filipinos, que superaron la adversidad y reconstruyeron sus vidas con determinación y valentía", ha añadido.
A corto y largo plazo ha sido decisiva la actuación del Equipo Humanitario de País (HCT, por sus siglas en inglés), un organismo especialmente creado para ayudar a coordinar la ayuda prestada por las agencias nacionales e internacionales. En un balance de la ayuda organizada tras el tifón Yolanda, el HCT informó de que se había proporcionado ayuda alimentaria a 3,7 millones de personas, kits de higiene a 1,9 millones, ayuda en metálico y acceso a agua potable a más de 1,4 millones, y refugio a unas 570.000 familias en albergues de emergencia. También se organizó la educación y escolarización de más de 545.000 niños, se proporcionó empleo a corto plazo a más de 152.000 personas para ayudar a sus familias y se ayudó a 103.000 agricultores y 24.000 pescadores a recuperar sus medios de subsistencia. El equipo se encargó de coordinar las intervenciones de organismos de la ONU (como UNICEF, ACNUR, FAO y PMA), otras organizaciones internacionales como la OMS y numerosas ONG.
Tras las intervenciones a corto plazo, HCT ha seguido prestando apoyo en los años siguientes, trabajando también en la prevención, "con un enfoque de futuro que requiere una fuerte colaboración entre organizaciones para aplicar estrategias a largo plazo", señala hoy.
Teniendo esto en cuenta, HCT participa en la iniciativa trienal "Enhancing Resilient Communities (ERC)", que pretende implicar a las comunidades locales en objetivos compartidos para prepararse mejor ante futuros escenarios de cambio climático. Es urgente, dice, que los agentes públicos y privados se comprometan a invertir en la reducción del riesgo de catástrofes y en soluciones innovadoras. "Con el cambio climático exacerbando los fenómenos meteorológicos extremos, hay que dar prioridad a la inclusión y la sostenibilidad, especialmente de los más vulnerables, para que nadie se quede atrás en la respuesta a los desastres y la recuperación", afirma el HCT.
(PA) (Agencia Fides 8/11/2023)